Esas montañas de dios!

Si hiciera un zoom con la cámara cuando subo corriendo a la ermita del Puig, vería la misma vista de la que disfruto subiendo a las montañas de Tavernes o la Creu del cardenal…

al final todas dan al lugar más bello y distante…a ese lugar donde puedes perder la mirada mientras en tu cara dibujas una sonrisa…ese infinito que se alimenta del mar en el horizonte.

Es un lujo tener la ermita del Puig frente a mi ventana del trabajo…

Hay mediodías en los que siento que no me apetece correr…que estoy demasiado cansada o simplemente la vaguería se adueña de mi…y miro hacia arriba…la observo allí, abrazada por el azul del cielo…y siento como me llama a acercarme de nuevo a ella.

He mejorado mis tiempos…al principio tardaba más de media hora en llegar a su cima…ahora, ya solo tardo 25.

La verdad es que los tiempos poco me importan…pero lo que sí me importa, es la sensación…y a día de hoy (bueno, de ayer lunes 8 que subí), no tienen nada que ver con las del principio.

Antes, a mitad camino necesitaba parar y caminar…llegaba un momento en que me parecía absurdo seguir corriendo si no llegaba a dar ni pasos de hormiga...

Ahora ya llego hasta la cruz…que tampoco es la cima donde se hallan los restos de la ermita, pero casi.

Ayer corrí hasta arriba y repetí mis actos habituales (cuanto más mayor, más maniática…me emparanoio pensando que si no lo hago, me caeré al bajar…y ala!…a cumplir)…

Llegué a las ruinas…fui a la parte de atrás…me senté 2 mins a observar el paisaje…meé (no veas el placer de hacerlo allí sola en las alturas)…desaté y até las zapas…y para abajo.

Como no me sentía cansada cuando llegué abajo, aún corrí otra media hora muy relajada…viéndome pequeña de nuevo a los pies de esa montaña y mirando su cima y echándola ya de menos.

Syl.